Elisabeth - Testimonio de COVID-19
MI ESPERANZA Y FE EN JESÚS DURANTE EL C O V I D 19
“El que mora en el lugar secreto de Dios, el Altísimo, morará bajo la sombra del Todopoderoso. Yo diré de mi Señor: Él es mi refugio y mi fortaleza. Mi Dios, en Él confiaré. Por cierto Él que liberará del escarnio del malvado y de la terrible pestilencia” (Salmo 91: 1-3 NKJV)
Yo empecé mi misión con la Fuerza Kosovo (KFDR) Al final de Noviembre del 2019. En Febrero del 2020 la crisis del Covid golpeó. No le presté mucha atención inicialmente, sin embargo, conforme pasaba el tiempo era casi imposible ignorar la realidad de la pandemia. Kosovo fue uno de los pocos lugares que no tuvo ningún caso por un largo tiempo. No obstante, la situación pronto cambió y en Marzo 13, del 2020 los primeros dos casos fueron confirmados en Kosovo, creció con el número de personas que llegaron a infectarse de manera constante. Datos al día se enfocaban en el número de recién infectados y en el número de personas fallecidas. El enfoque de nuestra misión pronto se volvió en cómo combatir el coronavirus y en ayudar a las instituciones en Kosovo con equipo protector personal, tal como máscaras y guantes. El distanciamiento social pronto llegó a ser la norma para KFDR para que no se desparramara el virus. Cuando se les preguntaba a la gente: “¿Cómo están?” la mayoría decía: “Bien” como norma de respuesta; sin embargo, el temor era más y más palpable y yo podía sentir que se iba difundiendo. Pronto me pregunté qué debería hacer como creyente de Jesucristo en esta situación. Era una circunstancia en la que yo tenía que lidiar con la gente de diferentes culturas y creencias religiosas ¿Qué tan lejos puedo avanzar y compartir con otros el por qué yo no tenía preocupación acerca del virus o a cerca de llegar a contagiarme sin llegar a ser arrogante o sin cruzar la línea, pero al mismo tiempo llegar a ser obediente de Jesús?
Tal y como el miedo continuaba dispersándose algunos de mis camaradas se enfermaron y algunos resultaron con prueba positiva. Yo recuerdo una noche, era Sábado Santo, que yo también fui golpeado por el temor. Ese día se decidió que todos tenían que usar máscara al ir de un lugar a otro. Las personas que tenían baños en sus viviendas, tenían que mudarse a centros con baños compartidos, para que aquellos con síntomas o gente que ya estaban infectados pudieran mudarse a los que tenían baños privados, con el fin de estar en cuarentena y por lo mismo reducir las oportunidades de desparramar el virus.
Más carpas fueron instaladas en cada base para tener más espacio y ponerlos en cuarentena a los ya infectados. Doctores y personal de limpieza empezaron a revestirse cuerpo completo con equipo protector. Siendo testigo de todo repentinamente empecé a sentirme incómodo. La situación comenzó a progresar de día en día. No obstante, yo me sentía bien durante todo el día, y esa noche yo empecé a sentirme con fiebre y pensé que a los síntomas que la gente hacía referencia, me alcanzaron a suceder. Inmediatamente me comuniqué con un amigo cercano y oramos esa misma noche. Mis síntomas desaparecieron tan pronto como terminamos de orar. La siguiente mañana, mi temor desapareció también. Mi amigo me recordó de retornar mi temor a Dios y tomar en serio las Palabras de Dios en el Salmo 91 y mi miedo desapareció: “Busqué al Señor y Él me escuchó y me liberó de todo temor” (Salmo 34: 4 NKJV)
Estaba dividido entre creer en las promesas de Dios o escuchar noticias todo el día. Sin embargo, ese temor que experimenté esa noche desapareció. Tuve suerte de que edifiqué mi fe antes de que la situación empeorara. Les explico:
Yo había terminado un curso por línea de Enero a Abril del 2019 por medio del Seminario Oeste, como parte de mi Maestría del programa “Divinidad”. En este curso particular leí del Antiguo Testamento en el Génesis, el Cantar de los Cantares. Al tomar ese curso durante este tiempo particular, realmente me ayudó, en una de las lecciones, que es mucho mejor esforzarse antes de la batalla que durante la ‘batalla”. Como soldado supe que con medidas preventivas es mucho mejor que sólo tratando de defenderse. Descubrí que el temor podía evitarse en realidad leyendo y meditando en la Palabra de Dios para cuando llegué la batalla ya no estar temeroso.
Era entonces posible hacerme fuerte al punto de no tener miedo. Dios realmente nos ordenó el no tener temor. “No temas, porque yo te he redimido. Les he llamado por su nombre y Ustedes son míos”. (Isaías 43: 1 NKJV) La frase “no temáis” es usada en la Biblia un sin número de veces, más probable porque El conoce al enemigo que usa el miedo para reducir la esperanza y limitar nuestras victorias.
Otra buena amiga en la Iglesia de Portland, Oregon, Donna, fue instrumental para evitar el miedo. Oró junto conmigo y me recordó de lo que Jesus dijo: “La Paz os dejo, la Paz os doy. No la doy como la da el mundo. Que no se turben sus corazones y no tengáis miedo.” (Juan 14: 27 NIV) Jesús nos mandó a no permitir que nuestros corazones se turben o amedrenten. ¿Qué otra razón necesitamos para alejar el temor?
En Abril 22, 2020 nosotros todos tuvimos que hacernos la prueba del Coronavirus. Antes de la prueba, recibimos instrucciones de empacar en una bolsa con las cosas más importantes, de tal modo que solo tendríamos que recoger nuestra bolsa e ir en aislamiento, si los resultados de la prueba eran positivos. Comencé a empacar muchas cosas, pero tan pronto comencé, decidí suspender el empacar. Si realmente creía en la Palabra de Dios de que “ningún daño te pasará, sin plagas que lleguen cerca a tus tiendas, Pues El dará a sus ángeles órdenes concernientes a Uds. para protegerlos en todas las formas.” (Salmo 91: 1–11) (CSV) por lo tanto, mis acciones deben concordar con mis creencias. Yo me dije a mi mismo que si tenía temor, no tenía fe. Y si tengo Fe, no tendré temor. Estoy convencido de que Dios quería que yo aprendiera a confiar en Él, más, y por lo mismo confié en El.
Si eres un creyente o un Cristiano que sufre por miedo o por ansiedad a consecuencia de esta pandemia, les reto a que vuelvan hacia Jesus y lo inviten ahora mismo dentro de sus corazones. Pídanle que remplace su temor por la paz, una paz que se puede encontrar con una relación personal con Jesucristo.
Humíllense, por lo tanto, bajo la mano poderosa de Dios, depositen en Él todos tus cuidados, ya que Él cuida de cada uno”. (Pedro 5; 6-7 CSB)
¿Le gustaría hacer que Jesús sea el Señor de su vida?
- Jesús, Yo creo que eres el Hijo de Dios. Te agradezco por haber muerto en la cruz por mis pecados y haber resucitado. Por favor, perdona mis pecados y concédeme el regalo de la Vida Eterna. Te pido entres en mi corazón y en mi vida como mi Señor y mi Salvador. Por favor ayúdame a crecer en ti ya vivir para ti. Gracias por haber entrado en mi corazón.
Si este mensaje ha tocado su corazón, favor de darnos a saber su respuesta con las siguientes opciones:
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