Dennis - Superintendente de Sistemas de Climatización
Desde la edad de 10 años yo era más bien un niño normal.
En mis primeros años crecí en Fresno, California. Mi mamá trabajaba en una Aseguranza y mi papá en la construcción. Me encantaba ir a la iglesia con mi abuelo y mi abuela, los papás de mi papá. Él era retirado y ella tocaba el órgano. Yo asistía a la iglesia junto con ellos y cada domingo iba a la escuela dominical. Nunca olvidaré lo que me parecían veranos interminables. Después de habernos cambiado a Milpitas, mi hermano mayor y yo nos pasábamos fuera, jugando junto con los niños del vecindario. Recuerdo bien que íbamos a lo largo de las vías del tren buscando lagartijas. Mi vida era sin preocupaciones en esos días. Cuando tuve 8 años, mis abuelos se mudaron muy lejos a Sacramento. De vez en cuando los veíamos, y por lo mismo, nadie nos llevaba a la iglesia.
Un día, mi mamá entró y nos anunció: “Tu papá se fue de la casa”. ¿Pero, por qué? Le pregunté. Ninguna explicación podía sobrepasar mi asombro. Se vendió la casa y mis papás se divorciaron. Mi mamá obtuvo trabajo en una ciudad en el Valle del Silicón y nos cambiamos allá. De vez en cuando mi papá nos visitaba y se aseguraba de que nos comportáramos bien con mi mamá. Empecé a creer que mi papá nos dejó por culpa mía y por algo que yo habría hecho.
No podía aceptar que se hayan divorciado. Perdí a todas mis amistades al mudarnos. No era fácil hacer nuevas amistades en mi escuela. Me sentía avergonzado de pertenecer a una familia de mamá soltera. Nunca quería que la gente me tuviera lástima. No quería que nadie supiera cómo me sentía por dentro. Aprendí que, si sacaba buenas calificaciones y pareciera tener un buen plan para mi vida, era así que la gente pensaría que yo era normal y no me molestarían. En realidad, me sentía herido y triste todo el tiempo.
Encontré nuevos amigos con los que frecuentaba, jóvenes que también tenían padres divorciados. Para adormecer el dolor y olvidar lo que nuestras vidas se habían convertido, empezamos a beber. Mi mamá guardaba alcohol en casa, pero yo robaba la bebida del gabinete del papá de un amigo. Creció nuestro pequeño grupo. Un joven compartía la “hierba” y entre todos la fumábamos. Y pronto nos graduamos a consumir anfetaminas, faltar a la clase y empezar a pelear en la escuela. ¡Todo eso hacíamos a la edad de 13 años!
Mi mamá no sabía qué hacer conmigo. Me dijo que mis amistades no eran buenas y que algo tenía que cambiar. Cuando supe que mis abuelos se cambiaron al sur de Oregón, yo también quería mudarme con ellos. En el espacio de un año, el tiempo era apropiado y mi mamá y yo nos cambiamos a Oregón.
A mí me dijo mi mamá que el cambio me sería bueno. Fui desde romper vidrios de ventanas, a una vida de cacería, de pescar en ríos y excursiones. Mi abuelo aún era una persona activa en la iglesia; más yo no tenía interés alguno en ir con él.
A pesar del cambio de escenario y del estar alejado de los problemas permanecía en un interno dolor, continuaba abusando del alcohol y de las drogas, en lo privado.
Mi mamá encontró un nuevo novio y nos volvimos a mudar 45 minutos más retirado. No me llevó mucho tiempo enterarme que el vecino del frente era motociclista. Él y sus amigos manejaban Harleys, y él era el presidente del club. Las veces que mi mamá salía con su novio, yo disfrutaba de la compañía de los motociclistas, observando sus motos. Cuando me cambié a Eugene para ir a la Universidad, escogí rondar con motociclistas allá. En la Universidad parecía promoverse la bebida en público, por lo que ya no tenía que esconder mi mal hábito secretamente. Por medio de amigos mutuos, conocí una joven y nos hicimos novios. Quedó embarazada y luego nos casamos.
Después de mi graduación nos fuimos a San Diego, California para estar cerca de sus padres. A pesar de haber un niño en casa, mi esposa y yo continuamos enfiestándonos y yo todavía tenía problemas con las drogas. Después del curso de 8 años y otro niño más, mi esposa quería salirse de andar de fiesta en fiesta. Esto no era lo apropiado para criar niños. Al yo no cambiar se divorció de mí. Estaba desolado. Esos sentimientos de pérdida y soledad regresaron a colarse en mi vida.
Empecé a tomar más y perdí mi trabajo. De ahí, encontré una mujer quien yo creí ser era la correcta para mí. Sin querer apresurar la relación, decidimos vivir juntos. Pronto quedó embarazada y tuvo mi tercer niño, un hijo. Sin mucho tardar, rompimos nuestra relación.
Desesperadamente quería amor y aceptación mas no quería renunciar al amor a las drogas.
A través de mi asociación con los motociclistas, me cambié a un rancho en el sur de California, donde podía frecuentar a los motociclistas, continuando con el uso de las drogas y permanecer en una comunidad fuerte: ¡Era una banda de forajidos motociclistas!
Dentro de este grupo experimenté amor fraternal, amistad auténtica, lealtad, seguridad, aunque fuera de la ley. En el curso de 13 años, estuve dentro y fuera de la cárcel relacionado con el crimen de las drogas. Cada vez que trataba de mantenerme sobrio, regresaba rastreando a reunirme con mi familia y los niños diciéndoles que yo quería cambiar y cada vez rompía mi promesa con los míos.
Mientras cumplía mi sentencia en la cárcel en Washington, asistía a los servicios de la Iglesia dirigidos por un Pastor de Foursquare. No tenía ningún interés en la religión, sólo quería salir de mi celda. Nuestro Pastor nos dijo que todos éramos pecadores, pero que Jesús me amaba, que había muerto por mis pecados, y que había resucitado de entre los muertos. Cuando dijo que Jesús quería que yo cambiara mi vida, sentí como que podía cambiar, sin embargo escogí no hacer nada para lograrlo. Pronto fui dado de baja de la cárcel y regresé al mundo libre.
Al cumplir los 40 años, regresé a casa de mi abuela en Oregón. Mi abuelo ya había fallecido mientras yo cumplía tiempo en la cárcel. Mi abuela oraba todos los días por su nieto rebelde para que tuviera un “encuentro con Jesús”. No llevó mucho tiempo que yo me asociara con malas compañías una vez más. Esta vez, me sorprendieron en medio de un serio crimen por fabricar sustancias controladas con cargos especiales de posesión de armas de fuego.
Después que se me hicieran cargos múltiples de delitos graves y dárseme una larga sentencia, empecé a ver la realidad del daño que me causé a mí mismo y a muchos otros: Rechacé a mis seres queridos fuera de mi vida; las drogas que yo fabricaba, la gente de la que me aprovechaba para robar o cometer asesinatos y poder obtener más drogas; ellos a su vez arruinaron sus vidas en conjunto con las vidas de sus seres queridos. Mi pecado destrozaba las vidas de tantos otros. La sociedad odia a la gente como yo.
Cualquier esperanza o buena voluntad que mis parientes queridos me tenían eran derrochadas por mi propio egoísmo. Mis hijos no querían saber nada de mí. Mi hija joven me dijo que no quería hablar conmigo nunca más.
Incluso mis propios padres y mi abuela me repudiaron. Mi hermano no me ofreció respaldo alguno. Yo estaba solo.
En el Instituto Correccional del Río Columbia, conocí a un hombre llamado Danny. Él tenía la reputación de ser un ex pandillero y un gran devoto cristiano.
Estuvo bajo prisión por conspirar para cometer un asesinato y aún así era obvio que él había tenido la experiencia de un cambio en su vida: él tenía paz y gozo; amaba los demás y tenía humildad. Yo quería lo mismo que él poseía.
Cuando visité su celda le pregunté: “Danny, ¿Cómo me puede perdonar mi familia por todo lo que hice? Me dijo: Pasa y siéntate. Empezó a ministrarme y la respuesta que me dio fue Mateo 6: 33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (RVR1960)
Danny me aseguró que Dios cambiaría todo si le suplicaba a Jesús por el perdón y el alejarme del pecado. Me preguntó si yo quería recibir a Jesús como mi Señor y Salvador y recité la “oración del pecador.”
Le pedí a Jesús perdón por mis pecados y entrar en mi vida. Inmediatamente sentí como que un gran peso se levantara y un flujo rápido como que agua caliente corriera sobre mí.
Danny se quedó viéndome y dijo: “Algo ha ocurrido dentro de ti. ¿No es así? Eso fue el Espíritu Santo.”
¡A la edad de 42 años fui salvado!
Como parte de la promesa de Dios en Mateo 6:33 Él me dio nuevos deseos. Danny obtuvo una Biblia de la capilla y empecé a leerla diariamente.
Escogí libros cristianos de toda clase para llenar mis pensamientos con Cristo. Para el tiempo que ya abandoné la prisión, ya había leído la Biblia de principio a fin y empecé a leer la serie “Dejados Atrás.”
Todavía me sentía perdido en cuanto a cómo comunicarme de nuevo con mi familia. Danny sugirió que les escribiera una carta, narrar lo que me había ocurrido en la cárcel y después dejar los resultados en manos de Dios. Le escribí a mi mamá y a mis hijos. Y respondieron: “Te queremos mucho” y comenzamos a escribirnos recíprocamente. El Señor ha abierto la comunicación.
Después de mi conversión se me transfirió al campo de entrenamiento Shutter Creek, algo que estaba fuera de duda, considerando mi sentencia de cargos serios.
Continué asistiendo a los servicios en la iglesia, mientras en prisión. Durante el programa en el campamento de entrenamiento, se me dio de baja 9 meses más temprano. De inmediato empecé a asistir a la Capilla del Calvario (Calvary Chapel) en la ciudad de Grants Pass, en Oregón y fui bautizado en el río Rogue. Para aclarar todo desde un principio, le dije al Pastor todo mi antepasado. ¡Me sentí honrado al ser bien recibido como parte de la hermandad de creyentes!
Por lo de mi pasado criminal, no fue fácil encontrar un lugar donde vivir o trabajar. Después de encontrar trabajo de manufacturación con un contratista que empleaba a individuos con un pasado de crímenes serios, aún no podía encontrar dónde vivir. Mi Pastor insistió en que yo siguiera orando, y ver lo que Dios me preparara. Después de varias semanas, el Pastor me dijo que alguien había donado una casa a la iglesia y que la Junta de la iglesia acordó que se iba a usar para la recuperación de adictos y alejarlos de las calles, y... ¡La Junta quería que yo fuera el encargado!
Mi papel consistía en dirigir los estudios diarios de la Biblia y en ser el representante de la iglesia en esta casa para enforzar el estricto apego a las reglas, incluyendo la asistencia regular a la iglesia y ninguna actividad ilícita. Durante el siguiente año, yo serví como ministro de los indigentes sin casa, compartiendo a Jesús con ellos, mientras servíamos café y donas.
A través del tiempo de ser parte de la Comunidad de creyentes en Grants Pass, dirigiendo en la casa de recuperación y ministrando a otros, me sentí increíblemente bendecido. A pesar de tener abierta conversación con mi familia, había mucho que sanar, incluyendo la confianza en mí. Después de todo lo que Jesús había hecho por mí, me di cuenta de que no había paso atrás; no podía regresar a mi pasado estilo de vida.
Más allá de mi familia había un millar de gente a la que yo había dañado a causa de las drogas. “¿Cómo podía enmendar el daño a toda esa gente?” Le pregunté a Dios. Él me contestó: “No mires hacia atrás, prosigue adelante.”
Un día en la iglesia, vi a alguien cuyo aspecto me era familiar. Mi amigo Damon de días lejanos, ahora vivía en Lake Tahoe. Se hizo cristiano también. Me dijo que él también había orado por mí desde que había escuchado de mi seria sentencia debido a las drogas. Al verme en la iglesia fue la respuesta a sus plegarias. Hablamos del trabajo y otras cosas, y me pidió que lo visitara en Lake Tahoe.
Mi corazón se anonadó pues este viaje podría darme problemas con mi oficial de libertad condicional.
Yo esperaba que se me iba a negar este viaje a Lake Tahoe, pero me sorprendió que él lo haya aprobado. Mi oficial de libertad condicional, un cristiano, me confesó después: “Vi a Jesús en ti y quise decirte: Tú lo vas a lograr (i.e. salir de una vida de crímenes e integrarme a la sociedad). Llevé a cabo el viaje a Lake Tahoe, conocí al dueño de un negocio de HVAC (Calefacción, ventilación y aire acondicionado), fui honesto con él en cuanto a mi pasado. Él era cristiano y quería que trabajara ahí.
Al regresar a Grants Pass, el problema más obvio era que para mudarme a Lake Tahoe, los dos estados requerían que yo tuviera parientes viviendo ahí. Mi oficial de libertad condicional se adelantó y llenó la aplicación… y 40 días más tarde, las autoridades gubernamentales de ambos estados me aprobaron para mi cambio. Mi oficial de libertad condicional exclamó: “¡Esto nunca sucede tan así de rápido!” ¿Cuándo quieres irte?
Dos semanas después me mudé a Lake Tahoe. En los siguientes 5 años trabajé tiempo completo con la compañía de HVAC, asistí a la Capilla del Calvario de Lake Tahoe y participé en varios ministerios de la iglesia incluyendo “El Más Excelente Camino,”1 un programa de 10 pasos a seguir para adictos en recuperación y grupos de oración. También colaboré con mi pastor en “Vuelta en U hacia Cristo.”2 Después de haber servido por 5 años ahí, el pastor me alentó a mudarnos al sur de California para que yo pudiera continuar construyendo mi relación con mi familia y participara en sus vidas.
A pesar de que mi compañía tenía una oficina en Los Ángeles, mi jefe se mostró fluctuante en cuanto al permitir mi transferencia ahí, pero luego cambió de idea. En el transcurso de dos semanas me mudé al sur de California.
***
Puedo decir con certeza que Dios añadió las cosas que yo necesitaba en mi vida (Mateo 6:33). Las relaciones con mi familia fueron restauradas. Dios me dio la paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7). Como un fiel seguidor de Jesucristo, Dios me dado la oportunidad de visitar los pabellones juveniles, prisiones, y el área del “Barrio Bajo” en Los Ángeles (Skid Row) para compartir la esperanza en Jesucristo con el ministerio llamado “Ministerio de la Generación Elegida.”3
Jamás te rindas. ¡Mantén la esperanza en Jesucristo!
¹ “El Más Excelente Camino” es un ministerio de discipulado que usa la Palabra de Dios exclusivamente y sus principios para ayudar a la gente sobreponerse a la culpabilidad, frustración, desesperanza, temor y vergüenza asociados con el destructivo estilo de vida del abuso de sustancias ilícitas. www.TMEWCF.org
² “Vuelta en U hacia Cristo” se centra en el programa de discipulado tratando con hombres y mujeres que buscan su restauración lejos de la adicción de las drogas y el alcohol por medio del Señor Jesucristo. www.UTurnforChrist.com
³ “Ministerio de la Elegida Generación” es un ministerio trabajando dentro de las paredes de nuestras instituciones, prisiones municipales, prisiones estatales y pabellones juveniles. Su propósito es de llegar a los menores de éstos, los últimos, mas no olvidados, llevando esperanza a los cautivos y transformando vidas por el poder de Dios, con la última meta de glorificar a Dios y ganar almas para Su Reino. www.chosengenerationministry.org
¿Le gustaría hacer que Jesús sea el Señor de su vida?
- Jesús, Yo creo que eres el Hijo de Dios. Te agradezco por haber muerto en la cruz por mis pecados y haber resucitado. Por favor, perdona mis pecados y concédeme el regalo de la Vida Eterna. Te pido entres en mi corazón y en mi vida como mi Señor y mi Salvador. Por favor ayúdame a crecer en ti ya vivir para ti. Gracias por haber entrado en mi corazón.
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