Jessicca - Madre
Soy la mayor entre mis tres hermanos. Yo era desobediente, discutidora y muy peleadora con cualquiera. Tenía problemas de ira y problemas en la escuela. Era una persona desagradable y mala. Yo era la peor hermana que se pueda imaginar. Nunca fuimos a la iglesia. No supe ni conocí a Dios y ni lo quise hacer.
Empecé a escaparme de mi casa a los 12 años y a frecuentar a jóvenes equivocados. Empecé a abandonar la escuela a los 12 años. Me despidieron de la High School a los 14 por haberme intoxicado en clase. La relación mía con mi mamá era muy reducida y esto fué la última gota. Fui una mala influencia a mi hermana y a mi hermano. Por lo cual mi mamá me envió a Carolina del Norte, con mi papá.
No era una buena situación. Mi papá prácticamente me dejaba hacer lo que yo quería. Empecé a frecuentar a Mike, un compañero de mi papá en el trabajo. Nuestra relación fué estrecha y terminé mudándome con él. Yo tenía 15 años. Nos mudamos con sus dos hijos a la Florida viviendo en un trailer. Siempre nos la pasábamos tomando y drogándonos. A los 16, descubrí que estaba embarazada. A los 17, tuve a mi hija.
Después de que naciera mi hija regresamos a Carolina del Norte. Mike era muy controlador. Yo no podía frecuentar a nadie. No tenía ningún amigo que no fuera su amigo. Me quedé en casa con todos los tres niños.
Pero mi relación con mi mamá empezó a enmendarse a través de muchas conversaciones y llamadas por teléfono. Ella estaba volviéndose a casar y quería que yo fuera una dama de honor. Yo estaba entusiasmada y contenta por ella. Me dió boleto de vuelo a mí y a mi hija para ir a la boda y ahí estuvimos durante 3 semanas.
Me sorprendió tanto el descubrir que ella y el que llegaría a ser su esposo, estuvieran viviendo juntos desde que yo me fui. Ella me dijo que estaban “salvados” ahora y que vivir juntos antes del matrimonio no le agrada a Dios. Ella me explicó cómo se había salvado, más esto me era confuso. Yo no quería ir a la Iglesia los domingos como ellos, pero ella me fomentaba el ir. Era muy importante para ella. Fuí, mas no presté atención. Creí que estaban locos al creer en una fuerza superior.
La boda estuvo muy bonita. El predicador habló acerca de cómo sus vidas con Dios no podían ser separadas ahora, igual como se mezclan dos jarras de arena juntas. Yo lloré todo el tiempo, pero sólo era una simple emoción. Después de las 3 semanas regresé a mi casa. Pensé que eso de las cosas de Dios y ser salvado eran sólo frases por las que tenían que pasar.
En ese entonces Mike decidió que nos teníamos que mudar a Hawaii. Yo salí primero y me quedé con mi mamá un mes en California. En su Iglesia estaban disfrutando de un campamento familiar y me invitaron a ir. Fué tan divertido estar alrededor de gente a la que realmente yo les importara. Era tan genial ver a mi padrastro, a mi mamá, mi hermana más chica y a mi hermano conectando con otras personas. Por segunda vez oí el Evangelio, pero realmente no lo estaba escuchando.
Todo mundo estaba siempre hablando acerca del Evangelio, del amor de Dios, del amor que Él tenía por nosotros como pecadores, pecadores tales como yo. Cada vez que tenían la oportunidad, alguien compartía el Evangelio conmigo, ellos lo hacían.
Tan pronto cuando empecé a reflexionar acerca de mi vida y de lo que me estaba perdiendo, Mike me decía al oído diferente. Empecé a leer la Biblia y a escuchar más sermones. Tuve una comida con mis papás y el Pastor y lloré todo ese tiempo. El me hizo preguntas que me hicieron pensar del pasado de mi vida y hacia dónde estaba dirigida después de muerta. Él me dijo que lo que yo estaba haciendo estaba mal. Traté de comprender cómo alguien pudiera conocer mi pasado, el presente y el futuro y todavía morir por mí.
Mi tía política me dió una Biblia antes de que yo partiera. Quise quedarme más tiempo hasta el Día de Acción de Gracias pero él me dijo que no.
En Hawaii empezamos a leer la Biblia juntos. Pero después de un mes, sin ninguna iglesia, sin amigos ni familiares y sin respaldo, no aguanté, y lo dejamos de hacer; pronto caímos en nuestros modos viejos de vivir de ira, discuciones, sexo, fumando y bebiendo.
Descubrí que estaba embarazada y me sentí muy estresada por tal motivo. Sólo discutíamos y peleábamos. Me dediqué a mi casa con mis niños, sin tener ninguna amistad. Me sentía tan miserable con todo esto que terminé por tener un aborto espontáneo. Estuve llena de ira y decepción. Usé más drogas, más fumadera y más tomadera. Finálmente regresamos a Carolina del Norte.
Yo salí embarazada de nuevo y nació mi hijo. Ya para ese entonces, Mike estaba consumiendo más drogas y nuestra relación se volvió más violenta. Mi mamá me envió un celular y a Mike no le pareció esto. No le gustó que ella hablara con sentido. Ella era lo que hacía cada vez que me hablaba. Ella compartía el Evangelio. En una ocasión yo estaba en el teléfono hablando con ella, llorando porque Mike y yo estábamos peleando y escuchó que Mike me gritaba. Me convenció de regresar a mi casa con ellos. ¿Pero cómo lo podría hacer? ¿Y sin dinero?
Una familia amable de la misma iglesia de mi mamá pagó por los boletos, pero se me hacía difícil partir. Estaba aterrorizada pensando en mis hijos sin un padre, aún como el mismo Mike. Pero con mucho ánimo de parte de mi mamá y justo sabiendo lo que esa familia había hecho, decidí salir de esas puertas y eso fue lo que hice.
¡Vivir con mi familia era muy estresante! Creí que había cometido un grave error y que yo era un peso para ellos. Lloré todas las noches. Pero yo continué asistiendo a la iglesia, escuchando los sermones y familiarizando con la Iglesia sin llegar a juzgarme. Únicamente me mostraban amabilidad y amor.
Este amor me ayudó a desenvolverme y a escuchar la Biblia y tener comunicación con todos ellos. Fué tan maravilloso cómo esas personas que sin conocerme para nada me ayudaron a levantarme sobre mis pies. Pero yo me sentía como la oveja negra de la familia. Estaba estresada acerca de mi hijo e hija al creer que había tomado la decisión equivocada en su lugar. No tuve confianza en Dios. Pensé que no lo necesitaba, que yo podía lidiar con el problema yo sóla.
En un Domingo durante el canto, irrumpí en llanto y no podía parar. Dios me estaba jalando hacia adentro, pero yo todavía estaba luchando. Había tanta tensión en mi vida que ya no sabía qué debería creer. Mayormente tenía miedo de perder a mis niños. Un día me derrumbé completamente y le supliqué a Dios su ayuda e interrogando por qué todo esto nos estaba ocurriendo. ¿Por qué nos trajo hasta aquí si sólo Él iba a arrancar a mis hijos y enviarlos de regreso a su padre?
Pero luego ocurrió un milagro. Me habló Mike diciéndome que yo podía quedarme con mis hijos, así tal cual. Después de muchos meses y meses de pelear sabiendo que los iba a perder, Dios me escuchó.
Sentí algo maravilloso dentro de mí, mas no entendía qué era lo que estaba pasando. ¿Estaba salvada? ¿Cómo se sabe si realmente está uno salvado? ¿Era esto real? ¿Cuáles son las señales? ¿Verdaderamente lo creía? Yo creía que sí o tal vez no… ¿Estaba yo solamente emocionada?
Mi mamá me respondió algunas de mis preguntas, pero todavía estaba confundida. Le pregunté a mi padrastro y me hizo la siguiente pregunta. ¿Crees tú que Jesucristo es el Hijo de Dios y que bajó y murió en la Cruz por tus pecados? ¡He ahí que sabía con todo mi corazón que esto era cierto! Me arrodillé a un lado de la cama llorando de alegría porque la respuesta era que sí. ¡Eso sí lo creí!
¡Las siguientes semanas fueron todo un regocijo! Todo se había esclarecido de forma brillante. Yo estuve escuchando realmente a los sermones. Me era difícil darme cuenta de que Jesús había muerto por mis pecados, que fué elevado en la Cruz por mí, que el Hijo de Dios bajó y se hizo hombre para morir por todos mis pecados. Y ahora él me estaba dando más vida nueva, entendimiento de la Biblia, amistades, un padre piadoso, una madre que siempre compartía el Evangelio a cualquier hora que tenía la oportunidad, y mis pequeñuelos estaban asegurados. Fue maravilloso.
Después, enfrenté la más oscura de las pruebas de mi fé. Mike trató de obtener completa custodia de nuestros niños. Uso textos electrónicos diciendo mentiras horribles de mí y le empecé a creer todo. Me colmé de ansiedad. Paré de confiar en Dios. Yo dije 3 veces que nos íbamos a regresar con él (porque algo me estaba atrayendo) pero luego cada vez me retraía. Yo sabía que Dios me estaba ayudando.
De nuevo mi mamá me llevó a leer los Evangelios. Si, fuí una pecadora horrible, y ella también lo fué, pero Jesús tomó todo el castigo por causa de todos mis pecados, cuando Él murió en la cruz. Dios me vió ahora como justa, como buena y apreciada por Él. El escuchar la verdad del Evangelio hizo más fuerte mi Fe.
Ahora estoy esperando y confiando plenamente en Dios., descansando en su fidelidad y maravilloso cuidado. Yo se’ que Él es bueno y que tiene sólo lo bueno para mis pequeñuelos y para mí. ¡Yo lo amo de corazón!
¡El mal podría estar al acecho entre las sombras, pero Dios siempre brilla aún cuando tus ojos no lo puedan ver a Él!
¿Le gustaría hacer que Jesús sea el Señor de su vida?
- Jesús, Yo creo que eres el Hijo de Dios. Te agradezco por haber muerto en la cruz por mis pecados y haber resucitado. Por favor, perdona mis pecados y concédeme el regalo de la Vida Eterna. Te pido entres en mi corazón y en mi vida como mi Señor y mi Salvador. Por favor ayúdame a crecer en ti ya vivir para ti. Gracias por haber entrado en mi corazón.
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