Christine - Patóloga del Lenguaje

Me llamo Christine. Tengo 29 años, soy esposa, una mamá muy activa, muy trabajadora, y una seguidora de Cristo. Crecí en Burbank y fui a la escuela de Burbank y de ahí, me gradué en CSUN (Universidad de Northridge en California) con título de Maestría en Patología del Lenguaje. Trabajo como patóloga del lenguaje hablado y realmente disfruto ayudando a otros a que mejoren su lenguaje y sus habilidades de comunicación.

No me había cerciorado hasta el año pasado de cómo me quería tanto mi papá.


Cuando tenía 4 años, mis papás se divorciaron. Mi mamá, mi hermano y yo nos mudamos a casa de mi abuela y de su novio. Mi papá se mantuvo cercano en la ciudad por varios años pero no lo veía seguido. No recuerdo gran cosa de él en mis tiernos años. Cuando tuve 5 años, mi mamá empezó a noviar con alguien. Él era bueno con nosotros y trataba bien a mi mamá. Siempre le llamábamos: “Jim” pero en mi corazón: mi “papá.”

Un par de años más tarde, en un accidente raro, mi mamá sufrió una herida física traumática y perdió el sentido del balance y la habilidad de hacer las tareas diarias eficientemente. Después de un tiempo pudo caminar independientemente e imaginar el modo de ajustarse  a tomar más tiempo para hacer las cosas, como nuestra merienda o llevarnos a la escuela. Este inesperado evento me hizo crecer muy rápido. Yo le ayudaba a mi mamá a moverse alrededor, dándole la mano y yo estaba más envuelta en cuidar a mi familia de las necesidades del hogar. Ya que mi papá no nos frecuentaba seguido, me sorprendió cuando se cambió al Medio Oeste, cuando tenía 8 años. No lo llegué a ver después hasta cuando tenía 20 años.

Mi mamá, sale sobrando decir, no tenía buen concepto de él. Luchó con el alcoholismo, y no pudo conservar su empleo. Abandonó a su familia, no pudo sobreponer su adicción, dejándonos sin ingresos y sin esperanza para el futuro. Sus actos y el modo como la gente hablaba de él, me hicieron pensar que mi papá no me quería.

Desde que yo recuerde, siempre quise ir a la Iglesia. Mi familia no iba a la Iglesia y nadie entendía el por que yo sí quería. Los de Gedeon, pasaban distribuyendo la Biblia cerca del mercado local, así que mi mamá pensando en mí, tomó la Biblia y la trajo a casa. Puedo recordar, sentada con esa Biblia y pretender  “leerla”, aunque todavía ni siquiera sabía leer. Antes de aprender a leer ya tenía sentido de la presencia de Dios en mi vida. No sé de dónde venía ese sentimiento. A veces, las amistades de mi mamá me llevaban a asistir a la Misa Católica, pero sólo fueron dos o tres veces. En la escuela media tuve una amistad que me invitaba a su Iglesia; me encantaba, a pesar de que no entendía el lenguaje Español. Luego mi abuela me compró una Biblia “Preciosos Momentos.” Fue tan especial. Me gustaban las ilustraciones de “preciosos momentos". Empecé a leer los libros más cortos en la Biblia (Joel, Abdías, Hageo) pero no entendía nada de lo que leía. Fue hasta después del desastre del 9/11 en el 2001 que sentí la real necesidad de orar; pero no sabía como orar. Busqué a mi tía abuela “Carol” la que sabía que era Cristiana. Ella no solo me enseñó la oración sino que también me encontró una Iglesia Cristiana para ir, en Burbank. En ese tiempo esa Iglesia se reunía en un pequeño estudio de sonido. Recuerdo el canto que los congregantes estaban cantando ese día: “RESPIRAR”

Este es el aire que respiro,
Tu santa presencia viviendo en mí

Este es mi pan cuotidiano
tus verdaderas palabras dichas a mí,

Y Yo me desespero por Ti
y yo estoy perdida sin Ti

(Extractos del canto “RESPIRAR”.)

La letra del canto sencillamente describe mis anhelos personales y el ser tocada por Dios. Siento la presencia de Dios, aquí, y me siento muy cómoda y segura. Finalmente, ya estaba en mi casa de mi Padre Celestial.

El mensaje de mi Pastor, ese día, fue acerca del agua Bautismal. El pensamiento se me ocurrió: “ ¡Yo quiero ser bautizada!.” Hubo un anuncio acerca de la necesidad de ayuda en el Ministerio Infantil. Pensé: “Me quiero involucrar en eso.”  También anunciaron que iba a haber un estudio de la Biblia llamado” Cimientos para crecimiento”  Yo me enlisté y asistí fielmente.  Me di cuenta que era tan fácil ser decisiva acerca de las cosas de Dios. Adivino
que mi entusiasmo fue actuando en mi deseo de obedecer a mi Padre Celestial, Dios.

Al estar enseñando a los niños jovencitos en la Escuela Dominical, yo también aprendía las historias sacadas de la Biblia por primera vez. Las historias eran maravillosas y emocionantes.  No necesitaba ser persuadida por su autenticidad;  yo creía simplemente, así como también lo hacían los estudiantes jóvenes.

“Así como Dios amó al mundo que dio a su Hijo Unigénito, para quien creyera en Él no perecerá sino que tendrá vida eterna”.  (Juan 3; 16, NKJV).  Así como mis estudiantes, yo simplemente creí.

Mi papá falleció el año pasado. La familia de mi papá me dijo que él me quería mucho. Sólo creía que era superficial, pero nunca dentro de mi corazón. Luego la hermana de mi papá me envió fotos que mi papá había exhibido en su casa. Una foto que provino del manto de la chimenea, era de mí, cuando tenía 7 años. Otra foto, en cuadro, era de mi hermano y yo de cuando éramos jóvenes. Fue sólo hasta que después de fallecer, que mi mamá expresara el amor de mi padre por sus hijos, acerca del tiempo de trabajo extra para mantenernos, sin cansarse de estar alrededor de sus hijos y bajar al piso para jugar con nosotros. Ella me dijo que yo era “la niña de su papá,” Nunca supe eso. Quizás, yo  inconscientemente olvidé todas estas cosas. Tan pronto como descubrí el amor de Dios para mí, también descubrí el amor de mi padre por mí. Ahora no era difícil aceptarlo. Yo simplemente creí.

 


 

1 Gideons International (www.Gideons.org), an Association of Christian business and professional men and their wives dedicated to telling people about Jesus through sharing personally and by providing Bibles and New Testaments.

2 Michael W. Smith. “Breathe.” By Marie Barnett. Worship. Reunion, 2001. CD.

3 Ibid.

 

 

¿Le gustaría hacer que Jesús sea el Señor de su vida?

 

 - Jesús, Yo creo que eres el Hijo de Dios. Te agradezco por haber muerto en la cruz por mis pecados y haber resucitado.  Por favor, perdona mis pecados y concédeme el regalo de la Vida Eterna.  Te pido entres en mi corazón y en mi vida como mi Señor y mi Salvador.  Por favor ayúdame a crecer en ti ya vivir para ti.  Gracias por haber entrado en mi corazón.

 

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