Rafael - Peluquero

Me llamo Rafael: Nací en el Este de Los Ángeles y me crié en la ciudad de Northridge en el Valle de San Fernando.

Tengo dos hermanos más grandes, una hermana y un hermano nacidos en México. Después de cierto tiempo, cuando mi hermano tenía 12 años, vino a los Estados Unidos a vivir con nosotros.

Mi papá era bien conocido en su ciudad y la gente lo respetaba mucho debido a su reputación. Me sentía muy orgulloso de Él. Desgraciadamente mis padres se divorciaron cuando yo tenía 4 años. Repentinamente me sentí avergonzado y confundido por no tener un padre en mi vida.
 


Pero la vida siguió su curso. No tuvimos lo suficiente, pero mi mamá, mi hermana menor y yo, contábamos con cada quien. Tengo grandes recuerdos de cuando sonreíamos, cuando veíamos la televisión los programas repetidos de el “Chavo del Ocho,” mientras absorbíamos el café y comíamos galletas Ritz.

Vacié todas mis energías en llegar a ser un buen estudiante en mi escuela. Me encantaba leer y escribir y expresarme a través del arte. Me llevaba bien con los niños del vecindario y con los niños aplicados en la escuela.

Sin un padre alrededor en mi vida, con más esfuerzo quería  encajar entre los demás. Tenía amistades que eran pandilleros usando drogas y también con otros que eran muy buenos para estudiar.

Al ir creciendo, me fue más difícil pertenecer a ambos grupos. Cuando tenía 8 años, me encontraron robando. Me dieron manazos y tuve problemas con mi mamá, pero la vida siguió su curso. Encontré el modo de encajar en la pandilla.

Más o menos por el mismo tiempo, un pequeño rayo de luz brilló en mi en mi oscura vida. Un autobus amarillo escolar nos llevó a nosotros los callejeros a la Iglesia de Canoga Park, California. Cantamos himnos, hicimos artesanías, comimos “Sloppy Joes” (sándwiches con carne molida en salsa de tomate) y escuchamos  historias de la Biblia. Un día, una persona llamada Bill Kershaw nos trajo un mensaje. Su pregunta se quedó grabada en mi mente: ¿Saben ustedes si hoy muerieran, si se irían al cielo? Sí, al cielo, suena muy maravilloso. Eso me interesó.

Cuando llegué a los 14 años, por fin me mandaron a la cárcel de menores. Eso era para dar miedo. Dentro de la cárcel era como estar en las calles entre rivales pandilleros en todo alrededor. Era peligroso. La experiencia me llenó de temor. Era la primera vez que me mantuvieron cautivo sin permitirme salir. Después de esto, creí que ciertamente tenía pavor. Al salir, el miedo al encarcelamiento me mantuvo alejado de las pandillas. Pero la desesperación de vivir en tales proyectos, la impotencia que sentía de no tener un padre, el peligro dentro de la escuela y fuera en las calles me hicieron desear algo mejor. La respuesta, pensé, estaba directamente en la puerta de enfrente. Parecía ofrecer seguridad y sentirse significativo. Me sentí atraído al glamor de la vida pandilleril.

Frecuentando a la equivocada multitud, me inicié en usar drogas y en un año más o menos, seguí los pasos de mis primos al ser iniciado en la pandilla del vecindario. Aguanté el ser fuertemente atacado (ser golpeado  durante 13 segundos) por los pandilleros y fui así miembro de su hermandad. Se sintió correcto. ¡Por fin llegué!

Me sentí imparable. Por primera vez en mucho tiempo, me sentí “aceptado” e “incluido.” Era mi estado normal nuevo. Mas todo esto era ficticio. No podía permitir que otros vieran mis temores y dudas. Para encubrir mi inseguridad, me revestí de “bravucón.” No importara lo que hiciera y que tan fuerte lo intentara, el vacío de lo sin sentido verdadero siguió creciendo más y más grande y profundo.

Durante este tiempo empezó a atraerme el uso de la marihuana y de la cocaína. Las drogas temporalmente me desplazaban a un profundo placer habitado entre demonios. Dediqué mucho tiempo pintando varias versiones de “el hijo del diablo” sin duda influenciado por mis lapsos de drogado. El beber alcohol me llevó a ser despedido de todas las escuelas donde yo fui. Nunca terminé la High School. Las gangas aceptaban y fomentaban esto y así como otros comportamientos.

Permanecí más tiempo en el tambo juvenil. Lo único bueno en la cárcel para menores era que le hacían ir a uno a la capilla. Gracias a Mr.Bill Kershaw, el tiempo de ir a la capilla me daba pausa para ponderar o reflexionar sobre profundas preguntas acerca del significado de la vida. Tuve muchas oportunidades de enderezarme, pero las elecciones que hacía me mantuvieron en el nunca acabar dentro del círculo de la adicción y del crimen. Después de un tiempo tuve más arrestos y fui convicto bajo la influencia más de las veces que pudiera contar o recordar. Por lo mismo eventualmente se me ordenó, por mandato de la corte la Rehabilitación bajo la ley llamada “Proposición 36.”

Pasaron los años y nunca pude rechazar la adicción a la droga. Al cumplir mis 22 años me volvieron a arrestar después de haber dedicado un año de rehabilitación. Duré limpio durante 7 meses sin caer en las drogas, volví a recaer y fui arrestado, esta vez enfrentando cargos de asesinato en primer grado. Sólo que fue un cargo falso. Volvieron de nuevo esos temores de antaño de un encarcelamiento a largo plazo.

A mi mamá, le dio miedo por mí. Pero ella sabía que yo tenía que enfrentar el “son” (consecuencias). La gente a mi alrededor mencionaron que Jesus podía cambiar mi vida. Yo quería que Jesucristo me sacara de la cárcel para que pudiera continuar con el estilo de vida. En mi desesperación le aclamaba a Dios: “Si tú existes, sácame de aquí.”

Después de una semana me dejaron salir y estuve en casa. Fui a la Iglesia ese domingo con una novia y con su familia. Entré y me senté en los asientos de atrás. Luego ella se reunió conmigo sentándose en la fila de atrás. Cosa extraña, sentí que ese era mi lugar en la casa de Dios… aún así regresé a mis destructivas opciones.

Un mes después, la policía había obtenido más evidencias y de nuevo fui arrestado y enviado al centro de detención “Pitchess”. Me hice de un licenciado y hubo juicio.

En un dormitorio de 100 gentes, el personal religioso entraba durante el día a los cuartos, todo el tiempo, para predicarles.  Acogí receptivamente lo que tenían que decir ese entonces que en tiempos anteriores. No era motivado por cobardía, cabe decir. Salir de las gangas y unirse a los Cristianos significaba pérdida de protección contra otras pandillas. Supe dentro de mi corazón que no había sido capaz de cambiar. Quizás Dios pudiera cambiarme. Nada se daría por perdido. El 24 de mayo de 2003, recite la oración del pecador y entregué mi vida al Señor Jesucristo.

Al principio, guardé mi decisión de convertirme sin decirlo. No quise que nadie supiera que yo ya era Cristiano. Al transcurso de 2 años, unos hombres de Dios me enseñaron cómo ser un buen Cristiano, orar en público y leer la Biblia también en público. Me reunía con 10 o 15 personas en oración, en círculo, en el cuarto de (reunión) de día y nos guiaba en el devocionario del “Pan de Cada Día.” Después de poco tiempo el dirigente del grupo quiso que yo lo guiara, mas yo me rehusé.

Mientras, mi licenciado me comunicó que no había nada que temer. Me dijo que los detectives sabían que no tenían evidencias y que no había ningún cargo (‘case’). Años más tarde, regresé a la corte. “¡Me iba a casa!”  …Para mi sorpresa las cortes decidieron darme una sentencia de 21 años.
    
No lo quise creer. Sobre mis rodillas caí y oré, “Me resigno. Estoy todo yo en Dios; haz algo de mi vida.”

Tuve que dedicar los siguientes meses en el “Centro de  Recepción”  en espera de ser transferido a la “casa grande.”  ¿Dónde me mandarían?  Escuché historias de diferentes cárceles y que tan peligrosas eran. ¡Me consignaron a Pelican Bay State Prison, conocida como la prisión más peligrosa! Era una cárcel de máxima seguridad, a cuarto nivel de prisión. Debería dedicar 23 horas en una pequeña celda y se me permitiría sólo una hora en el patio, cada segundo día. Siempre permanecería encadenado. Mi mayor temor se hizo realidad.

Me anonadó la depresión y esta depresión me llevó a leer la Biblia. Dejé de ver la televisión (excepto National Geographic). Mi fe se construyó escuchando la radio Cristiana KWAV venida de Calvary Chapel Crescent City. Siempre tenía sincronizado a KWAV. Pelican Bay tenía tiempo de capilla a cargo de un capellán ex-militar, hablando sin tonterías (seriamente), con ojos azules penetrantes; sólo era disponible a 32 reclusos. Había una larga lista de espera para poder entrar. ¡Por fin entré! Ya en la capilla se nos enseñó la Biblia y a orar en conjunto. Mi compañero de celda (también recluso) me enseñó cómo leer la Biblia solo.


Pronto desarrollé habilidad en el estudio de la Biblia y llegué a tener más confianza en mi conocimiento de la Biblia. Finalmente llegó el día en el que yo tenía que compartir uno de mis estudios de la Biblia en la Capilla. Más tarde el capellán me dio un ejemplar azul llamado Nelson Study Bible (Estudio de la Biblia: por Nelson). Lleno de regocijo dentro de mí, me di cuenta del llamado de Dios para estudiar y enseñar a otros la Biblia.

Dediqué 7 años de prisión nivel 4. Lo que significó que me mantuviera largo tiempo en mi celda. Dí mucho tiempo a escribir muchas cartas a mis familiares explicando cómo aceptar a Jesús, mi vida se había cambiado rotundamente. Tenía esperanza y los alenté con esta recién encontrada esperanza. Ellos no lo podían creer.

Gracias a las labores facilitadas en la prisión y obteniendo educación se me reclasificó a TERCER nivel de prisión.  Como resultado, más tiempo fuera de mi celda y más libertad.  Continué asistiendo a los estudios de la Biblia y varias veces traduciendo nuestras conversaciones al español a mis hermanos cristianos que no hablaban el Inglés. Al principio no quería dirigir el estudio de la Biblia. Mas cuando se elevó la necesidad de combinar a las dos congregaciones de Inglés y Español en una sola, yo me mostré voluntariamente renuente a traducir el sermón en Español.  Esto fue el primer gusto de hacerlo a traducir y sentí que era un gran honor de que Dios me usara. Actuando como traductor, fuimos capaces de combinar más servicios bilingües. A través de este proceso, empecé a preparar lecciones originales, basadas en nuestros propios estudios como si estuviera hablando con alguien. Dios usó esto para ayudar a prepararme hacia un ministerio de predicación. Me encanta ver la faz de los hombres deslumbrar durante el tiempo en la capilla. Así como yo recibí, así también quería desparramar la verdad de la Palabra de Dios a los hombres para que ellos también fueran sanados y devolver el mensaje de esperanza a sus familias.

Después de obtener mi GED (General Education Development o Desarrollo de Educación General) en el año 2015, quise regresar a la escuela donde se me enseñara la Palabra de Dios. Un programa que ofrece Harvest Bible College cumpliría con mis expectativas para ser entrenado y equipado para el ministerio de la enseñanza. Llené una aplicación y llegué a ser estudiante de tiempo completo. Empecé a predicar voluntariamente en la Capilla en forma regular. Con el poder de Dios vi a gente transformar sus vidas y estar libres del vicio de la adicción.
                                                                                              
Al estudiar la Biblia en Isaías 6, llegó a ser mi plegaria: “Escuché la voz del Señor que me decía: ‘¿A quién enviaré, y quién irá por mí?’ Luego me dije: Heme aquí. Envíame a mí.”       

Gracias a mis estudios, a la educación y al ministerio, Dios me estaba enseñando, transformando y desarrollando en mi un buen carácter.  Dios estaba preparándome para mi vida fuera de estos muros.

En Abril de 2020 - se me dio de baja de la prisión, después de haber cumplido 18 años con mi tiempo, de los 21 años de mi sentencia.

Fue cuando principió el COVID y cuando todo estaba cerrado. ¡Me incorporé a mi familia! Directamente busqué y empecé a asistir en la Iglesia para enseñar la Biblia, en el Valle de San Fernando. Por gracia de Dios, empecé los Martes en la noche a enseñar a los hombres el estudio de la Biblia en la Iglesia. Por gracia de Dios fui plenamente aceptado y “paseo completo” en una escuela privada de Cosmetología; espero graduarme en Agosto del 2022.     

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Querido lector:

La Única cosa que puedo decir acerca del Dios al que nosotros servimos es de que es Él el mismo detrás de esos muros tal como Él lo es acá afuera. El es fiel!

Lo  que quiero es alentarlos  con lo siguiente:
1. Saber que Dios debe ser el Todo en todo. No sólo una parte. El Centro.
2. Necesitamos perseverar en construir nuestra relación con Dios. Rodeence Uds. con otras personas que ensenarían la Biblia, santos y fieles, así como: “El hierro afila el hierro” (Proverbios 27: 17).
3. Busquen una iglesia que bien enseña la Biblia. Envuélvete en hacerlo. Realiza trabajos de ministerio. Bendice a los demás.
4. Sé consistente, la misma persona piadosa en Público como en lo Privado. Esfuérzate en ser genuino.  
5. Lee y estudia la Biblia.              

Sinceramente:  RAFAEL.

 

¿Le gustaría hacer que Jesús sea el Señor de su vida?

 

 - Jesús, Yo creo que eres el Hijo de Dios. Te agradezco por haber muerto en la cruz por mis pecados y haber resucitado.  Por favor, perdona mis pecados y concédeme el regalo de la Vida Eterna.  Te pido entres en mi corazón y en mi vida como mi Señor y mi Salvador.  Por favor ayúdame a crecer en ti ya vivir para ti.  Gracias por haber entrado en mi corazón.

 

Si este mensaje ha tocado su corazón, favor de darnos a saber su respuesta con las siguientes opciones:

1. Sí, hoy escojo confiar en Jesús: Por favor preciona aquí.

2. Yo ya confío en Jesús y me gustaría engrandecer más en mi Fe: Por favor preciona aquí.

3. Voy a seguir buscando: Por favor preciona aquí.